Entrevista con Devyn Spence Benson 

¿Qué representaba la Cuba revolucionaria para los afro-americanos en la década de los sesenta?

Creo que de algún modo la Cuba revolucionaria representaba esperanza para los afroamericanos en la década de los sesenta. Los afroamericanos tienen una larga historia de una búsqueda global de compañeros y aliados en la lucha contra el racismo. No es que la década de los sesenta haya sido la primera vez que hicimos esto. Frank Guridy hizo un excelente trabajo en su libro Forjando la diáspora sobre los diferentes momentos e interacciones entre afroamericanos y afrocubanos. En las primeras décadas del siglo veinte, W.E.B. DuBois, Booker T. Washington, y muchos otros afroamericanos tenían una visión global en su búsqueda por nuevas y distintas estrategias para colaborar en la lucha contra la discriminación racial.

Para la década de los sesenta, cuando ya existe un legado de interlocutores globales, los afroamericanos miran a la Revolución cubana como un verdadero momento de cambio radical. Cuba era un país que había tenido una revolución con participación y entusiasmo masivos, y esto incluía a muchas personas afrodescendientes que participaron en la coalición anti-Batista. Los líderes de la Revolución cubana aseguraban que “atender el problema de la discriminación racial formaría parte de la agenda nacional.” El gobierno estadounidense de esa época nunca dijo algo parecido.

Los afroamericanos veían en Cuba una oportunidad de esperanza, de alianza, y de inspiración, tomando en cuenta lo que sucedía en Estados Unidos en esa época. Los afroamericanos utilizaban a Cuba como argumento para presionar al gobierno estadounidense sobre la provisión de mejores oportunidades. Se sentía como si Cuba se estuviera posicionado como un contrario a los Estados Unidos, en términos de relaciones raciales. Si los Estados Unidos era un lugar de brutalidad policiaca y profunda discriminación, entonces Cuba iba a ser lo opuesto a eso. Ocasionalmente, el gobierno estadounidense diría “a noventa millas de nosotros hay comunismo.” “Bueno,” Cuba respondería, “a noventa millas de nosotros hay discriminación racial.” Encontré caricaturas políticas que decían democracia escrita con tres k’s, demokkkracia.

¿Cómo fue que la Cuba revolucionaria trató de atraer turistas y visitantes afroamericanos? ¿Fueron exitosas estas estrategias? ¿Qué impresiones dejaban estas estrategias en el visitante afroamericano?

Después de la Revolución de 1959, muchos de las rutas tradicionales de turismo hacia Cuba se extinguieron, dado el miedo al comunismo, el hecho de que había habido una guerrilla, y porque las empresas estadounidenses decían que no era seguro visitar la isla. Cuando digo turismo tradicional, me refiero a turismo de gente blanca. Los turistas blancos empezaron a ir mucho menos a Cuba en 1959, 1960, y 1961, en comparación con la década de los cincuenta. El nuevo Instituto Nacional de Turismo (INIT) decidió atraer a otro tipo de turismo. Empezaron a dirigir sus campañas hacia turistas afroamericanos porque creían que ellos verían algo en la Revolución en lo que los turistas blancos no estaban interesados. La campaña del INIT para promover los viajes a Cuba empezó con el boxeador Joe Louis, a quien invitaron a la isla, junto con otros líderes afroamericanos, para la celebración del primer aniversario de la Revolución junto con Fidel y otros líderes revolucionarios en enero de 1960.

Para atraer a los turistas afroamericanos, el INIT ofreció pagarle a una compañía de relaciones públicas de afroamericanos, donde Louis estaba al mando, además de invertir cierta cantidad de dinero para promover viajes a Cuba en periódicos afroamericanos y por medio de correos. Estas publicidades muestran gente con una diversa variedad de colores de piel, mujeres hermosas, y gente jugando al golf. Estas campañas publicitarias usaban eslogans como “Ven a Cuba por un trato de primera como ciudadano de primera,” o “ven a Cuba donde te trataremos mejor de como te trata Estados Unidos.” La industria de turismo cubana señalaba en sus campañas publicitarias que si estabas en Estados Unidos y eras negro, no te sería posible quedarte en un hotel en Miami Beach o visitar un área turística agradable en el sur del país.

Después de que el INIT y las compañías de relaciones públicas de Louis empezaron a promover este tipo de campañas, turistas afroamericanos empezaron a visitar Cuba. Para el verano de ese mismo año, ya habían llegado un grupo de visitantes afroamericanos en La Habana, incluyendo Robert Williams, Julian Mayfield, y otros afroamericanos de alto perfil. No hubo una respuesta homogénea a estas campañas. Una de las cosas sobre las que comento en el libro es un momento es que Louis dijo, “mira, no existe la discriminación en Cuba.” Comenta que en Cuba la gente era muy hospitalaria y que no había ningún tipo de problemas. Muchos afroamericanos tuvieron impresiones similares sobre las relaciones raciales después de esa visita. Por otro lado, tienes a figuras como Robert Williams quien vivió en el exilio en Cuba y afirmó que “sí, sí había enfrentado discriminación durante su estancia en Cuba. Ellos no estaban realmente interesados en apoyar la lucha negra o el partido de las Panteras Negras.” Creo que las estrategias del INIT dejaron la impresión de que, al menos, existía un gobierno, un gobierno nacional, con la voluntad de  entrar en contacto con la gente afroamericana, algo que ningún otro gobierno había hecho.

¿En qué modo los afrocubanos participaron en la resistencia local, después de que el Instituto Nacional de Turismo promovió temporalmente las relaciones transnacionales entre afroamericanos y cubanos?

Los cubanos estaban muy al tanto de lo problemáticas, brutales, y violentas que eran las relaciones raciales en Estados Unidos en la década de los sesenta. Por un lado, tenías publicidades dirigidas al público afroamericanos invitándoles a Cuba, y los cubanos estaban muy conscientes del por qué los afroamericanos querrían alejarse de la violencia y la brutalidad de los Estados Unidos. Pero al mismo tiempo, tenías a los líderes de la Revolución cubana diciendo que eliminarían la discriminación racial, abrirían clubes sociales, playas, y escuelas para todos, pero en práctica, eso no sucedió tan rápido como los activistas afrocubanos lo habrían deseado. Los activistas afrocubanos comenzaron a señalar las contradicciones entre lo que el gobierno hacía y decía, y uno de los espacios en los que evidenciaron dichas contradicciones fue en la industria de turismo. Por ejemplo, encontré cartas al editor en periódicos escritas por afrocubanos intentando entrar o almorzar en estos hoteles turisticos en de la década de los sesenta. Cuando no lograban entrar, o cuando les decían que la entrada era exclusiva para miembros, escribían una carta al editor diciendo, “cómo es posible que estos nuevos espacios turísticos estén abiertos para afroamericanos pero no para nosotros?” Conscientes de que el gobierno revolucionario había iniciado campañas para atraer al público afroamericano, los afrocubanos pedían que ellos tuvieran acceso a estos espacios también.

¿En el contexto actual de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, como afecta el viaje las relaciones transnacionales entre afrocubanos y afroamericanos?

Cuando el Presidente Obama visitó Cuba en marzo de 2016, una de las cosas que mencionó en sus discurso es que esperaba que el restablecimiento de relaciones pudiera “alzar las voces de la gente de descendencia africana.” Me parece que este fue un momento fascinante para nuestro presidente, nuestro primer presidente negro, el reconocer que en Cuba hay afrodescendientes, y el demostrar un interés en cómo estos nuevos intercambios y comercios entre los dos países benefician a la gente negra en Cuba. Durante su visita, salió un video en donde él camina por las calles centrales de la Habana y visita un paladar [restaurante privado] de dueños negros. Había un sentimiento de que él era consciente que la inclusión de los afrocubanos en cualquier tipo economía emergente en Cuba era crítica. Creo que es por esto que otros afroamericanos están muy interesados en este momento en Cuba.

Desde la década de los noventa, con la apertura de la industria del turismo, los afrocubanos no han tenido las mismas oportunidades que otros cubanos. No los emplean como encargados del mostrador en los hoteles. Puedes verlos trabajando como limpiadores de baño, cocineros, pero nunca en el mostrador o como guías turísticas. Es raro ver a un afrodescendiente trabajando como guía de turistas, pero sabemos que estas posiciones son las que mejor pagan. Les pagan en la moneda cubana y les dan propina en moneda extranjera, [y]...la gente dice que tienes que tener un tipo de look, una buena presencia para que te den este tipo de trabajo. Estos ha sido un código para decir “no queremos que seas muy negro, y no queremos que tengas el cabello rizado”...También sabemos que para ser dueño de un paladar o de una casa particular, pequeños negocios en el sector privado, necesitas cierto capital para financiarlos. La mayoría de los dueños de este tipo de establecimientos tiene la piel clara o son blancos. Muchos están obteniendo los recursos para comenzar sus negocios de parientes que viven fuera de Cuba, y la mayoría de las personas que se fueron de Cuba, especialmente aquellos en las primeras olas pero también en las olas más tardías, han sido predominantemente cubanos blancos y de piel clara. Esto ha significado que existan grupos en Cuba que no reciben ningún tipo de remesas, o el tipo de remesas requerido para abrir un paladar o una casa particular. Tampoco tienen las redes de soporte económico para apoyarles durante tiempos difíciles. 

¿Qué representa Cuba hoy para los afroamericanos?

He conocido a tantos afroamericanos aquí en los Estados Unidos y hablan sobre sentirse en casa durante sus viajes a Cuba, hablan de sentirse cómodos. Hablan de sentirse en un lugar que los acepta a ellos y a su negritud de un modo en el que nunca han sido aceptados en Estados Unidos. Una parte de esto se explica con datos demográficos. Cuba tiene una población  afrodescendiente mucho más grande que la que los Estados Unidos. Si eres un afroamericano caminando por las calles de la Habana o Santiago, vas a percibir que hay un montón de gente que se ven y se sienten como tú. Cuba también tiene una influencia muy fuerte de religiones y prácticas culturas de descendencia africana, incluyendo la santería y el palo monte. Los afroamericanos van a distintas ceremonias religiosas de afrocubanos, escuchan ritmos afrocubanos y ven bailes de este tipo también. Cada uno de esos momentos les hace sentir que tienen una conexión con un tipo de cultura que no siempre está disponible en Estados Unidos.

Por otro lado, también hay muchos afroamericanos que han viajado a Cuba recientemente y han tenido experiencias difíciles con la industria del turismo. Hasta hace algunos años, existía una política que impedía que los cubanos entraran a los hoteles para turistas. Cuando Cuba por primera vez estableció su sector de turismo de emergencia en la década de los noventa (dada la crisis económica), daba la impresión de que el gobierno lo hacía de mala gana: “No queremos turismo y la entrada de extranjeros impactará negativamente las condiciones culturales de nuestra Revolución,” por lo cual creían que era una buena idea mantener a los cubanos fuera de los hoteles turísticos. Pero lo que terminó sucediendo es que cuando decían que “los cubanos” no podían entrar a los hoteles turísticos, eso significaba en la práctica excluir a los cubanos afrodescendientes, a los cubanos con la piel oscura, y a los cubanos que se veían de cierta manera. Si eras un visitante afroamericano, podrían impedirte el paso porque creían que eras cubano. Esto es algo que a mí me ha pasado. Te preguntan “¿traes un pasaporte?, ¿tienes una identificación?” Para los afroamericanos que se encuentran con este tipo de situaciones, hay un choque entre la esperanza de sentirse incluidos en Cuba y poder disfrutar de las prácticas culturales afrocubanas, y el confrontarse con este tipo de discriminación racial basada solamente en el color de sus pieles…Resulta interesante que, a pesar de que el gobierno ha eliminado por completo esta ley, no significa que en la práctica se haya borrado del todo. Se mantiene porque los guardas de seguridad que se encargan de que los hoteles estén “seguros” todavía llevan a cabo este tipo de práctica; la práctica de mantener a gente indeseable fuera del establecimiento, una práctica que siempre ha estado conectada con el color de la piel de gente, y que ha señalado como sospechosa la negritud en Cuba.

¿Cómo ha sido tu experiencia de investigación sobre el tema de la raza en Cuba?

La mayor parte de mi libro se enfoca en la década de los sesenta, pero aún así en la introducción y en el epílogo, hablo sobre mis experiencias personales porque sé que éstas pueden servir como modo para describir algunos de los temas y fenómenos que discuto en el libro.

Una de los temas que discuto sobre mi experiencia propia es cómo la gente me interpreta en Cuba. Soy una mujer afroamericana con piel clara, con el cabello rizado, y normalmente llevo un afro. Cuando estoy en Cuba, los cubanos me preguntan muy a menudo qué soy. Siempre contesto lo mismo, que soy negra. Durante mi viaje más largo a Cuba en 2007, era la directora de un programa de intercambio y, como íbamos a estar en la isla por seis meses, me dieron carnet temporal que te dan cuando tienes estadías de más de tres meses. Fui a llenar la forma para obtener el carnet, y una de las preguntas era sobre el grupo racial al que pertenecía. Puse negra, porque así me identifico, y así se identifican mis padres, y esto era algo que yo quería que mi carnet dijera. Me dirigí hacia la mujer que estaba compilando los carnets y me dijo, “tú no eres negra, no hay modo en que eso vaya a funcionar.” Y yo pensé, “disculpa, este es el modo en que yo me identifico, y esto es lo que me gustaría que mi carnet dijera.” Y me respondió “No. Tú eres mestiza.” En mi mente, mestiza es un tipo de persona con piel más clara que la mía, y usualmente implica tener el pelo más lacio que el mío, así que pensé, bueno, tal vez puedo poner mulata, y aún así eso sería comprometedor para mí. Acordé poner mulata y dejé mi forma, pero tres semanas después cuando recibí mi carnet decía mestiza, y me quedé perpleja. ¿Cómo es posible que yo me quiera identificar de un modo, pero se me vea de otro muy distinto?

Creo que este ejemplo demuestra que la raza no sólo es una construcción social, pero también depende el dónde te encuentres y quién te esté identificando. En el sistema racial de los Estados Unidos, soy negra, soy afroamericana. Pero soy clara, y mi familia a veces me llama “amarilla, o de hueso rojo.” En Cuba, puedo ser mulata o mestiza dependiendo de si la gente sabe que soy una profesora, de que tengo un doctorado, si conocen mi clase social, o si aliso mi cabello ese día. Es muy interesante pensar cómo, a pesar de como yo utilizo estos términos en el libro, estas categorías son fluidas. Al mismo tiempo, sabemos que existe una historia de discriminación en contra de la gente dependiendo el color de su piel. No tenemos que estar de acuerdo sobre los términos, pero sí tenemos que reconocer la falta de oportunidades para los afrodescendientes en Cuba y en Estados Unidos.
 

Foto 1: Joe Louis con Fidel Castro (enero de 1960). Tomada de Antiracism in Cuba.