Entrevista con estudiantes cubanos en la Universidad de Brown

Este ensayo se basa en tres entrevistas con estudiantes cubanoamericanos en Brown University - uno de bachillerato, uno de doctorado, y una en la escuela de medicina - para entender la identidad cubana, cambio intergeneracional, y cuestiones de movilidad. *Entrevistas realizadas por Lily Hartmann.

¿Qué conexiones tienen tú y tu familia con Cuba?

Elisa Glubok González: Mi nombre es Elisa Glubok González, y nací y crecí en Los Angeles, California. Mi madre nació en La Habana, Cuba en 1958. Mi abuelo trabajó como contador y mi abuela como operadora de teléfonos. Durante la fase inicial del liderazgo de Castro, mi familia apoyó la Revolución y estaba emocionada por las posibilidades de cambio que ésta ofrecia. Sin embargo, fue poco después que comenzaron a escasear las raciones de comida y que a mi abuela la empezaron a seguir cuando iba a la iglesia, así que mi abuelos decidieron irse. Primero, mi abuelo se mudó a Puerto Rico, donde intentó ahorrar para poder apoyar a su familia. Su ausencia coincidió con el episodio de Playa Girón, así que mis abuelos terminaron separándose por más años de lo que inicialmente anticiparon.

Cuando mi abuela y sus hijos por fin lograron irse de la isla, vivieron en un campo de refugiados en Jamaica por tres meses, y luego se fueron a México sin un centavo en sus bolsillos. Eventualmente, llegaron a Miami, en donde vivieron por un año en un apartamento de una recámara y sin recursos económicos. En esa época, el gobierno estadounidense le estaba ofreciendo a ciudadanos cubanos boletos de ida a distintas ciudades en Estados Unidos, incluyendo Los Ángeles. Mis abuelos tenían algunos amigos cercanos viviendo en Los Ángeles, así que decidieron tomar la oferta. Por muchos años, esperaron regresar a Cuba, una vez que la Revolución terminase, pero obviamente eso nunca sucedió. Se involucraron con la comunidad cubana en Los Ángeles y mi abuelo se volvió el director del Club Social Cubano.

Anónimo: Soy de Miami. Mis cuatro abuelos vinieron de Cuba en 1961, así que mis padres nacieron aquí. Toda la gente que conocía era cubana, así que crecí en una comunidad de exiliados cubanos muy específica. Fui a una escuela católica y fue al mismo tipo de escuelas a la que fueron mis abuelos, excepto que transplantada en Miami. Me sentía muy cubano, a pesar de no haber crecido en Cuba.

Diego Luis: En realidad, soy sólo un cuarto cubano. Mi papá es mitad cubano, afro-cubano, y mitad chino. Sus padres se conocieron en Cuba y su padre era chino y su mamá afro-cubana. Su padre vino de China en los cuarenta, huyendo de la inestabilidad política en su país, y se mudó a Cuba en donde tenía algunas conexiones familiares. Conoció a mi abuela, se casaron, y se mudaron a Nueva York antes de la Revolución. Tuvieron a mi papá y a sus hermanos en Manhattan.

Mi papá no tuvo mucha influencia china en su vida ya que su padre murió cuando él era muy pequeño, y sus padres se separaron antes de su fallecimiento. Fue básicamente criado en un hogar afro-cubano. Mi papá continuó visitando Cuba con frecuencia, incluso después de la Revolución. Su madre era una devota revolucionaria y nacionalista, según lo que él me cuenta. Cuando Fidel vino a hablar a Madison Square Garden, mi mamá arrastró a sus hijos al parque para que lo oyeran hablar. Mi padre también perteneció a la primera generación de cubanoamericanos educados en los Estados Unidos que regresó a Cuba después de la Revolución. Me dijo que recibió amenazas de muerte de la comunidad exiliada y de que tuvo la oportunidad de conocer a Fidel durante su visita a Estados Unidos.

Para ti, ¿qué se ha significado ser cubanoamericano en Brown o en otros espacio académicos?

EGG: Dado que crecí en California, la mayoría de las personas latinas con las que conviví eran de origen mexicano o centroamericano. Durante la adolescencia de mi madre en Los Ángeles, mi familia pasó mucho tiempo con la comunidad cubana, la cual era muy unida, y daban la impresión de conocer a todos los cubanos de Los Ángeles.

Cuando vine a Brown en 2010, fue la primera vez que conocí cubanos fuera del círculo de amistades de mi familia. Muchos de mis nuevos conocidos venían de experiencias similares a la mía, teniendo un sólo padre de origen cubano. Esto creó un sentido de conexión entre nosotros, ya que podíamos entender nuestras experiencias comunes.

Una de las maneras en que mi identidad cubanoamericana ha representado un reto durante mi tiempo en Brown es cuando surgen conversaciones que aborden temas relacionados con el comunismo o el socialismo. Aunque sé que la gente tiene buenas intenciones, me he sentido herida cuando mis compañeros aplauden al gobierno comunista en Cuba ya que soy consciente del sufrimiento por el que mi familia pasó y por el que continúa pasando. También me he sentido frustrada cada vez que expreso mi opinión sobre este tema, ya que se me suele acusar de poner el capitalismo sobre un pedestal o de no tener sensibilidad en contra de la gente marginalizada. Esto fue particularmente difícil después de la muerte de Fidel Castro: mucha gente que yo sabía que no tenía ninguna conexión personal con Cuba comentaba sobre el tema sin haberlo hecho nunca antes.

DL: Nunca he tenido una conexión muy fuerte con las comunidades latinas por la barrera del idioma. Es muy complicado. Creo que la gente asume que la identidad cubanoamericano es un tema muy complicado porque se piensa que todos somos exiliados, o que sin saber cuál es nuestra relación política o cultural con Cuba. Creo que esa falta de certeza hacía de mi identidad algo muy complicado, particularmente tomando en cuenta el reto con el idioma. Esto ha cambiado bastante ahora que puedo hablar español. Pero antes esas cosas me importaban mucho y hacían que me alejara de ciertas comunidades.

Anónimo: Es muy distinto. En casa, nunca me gustó ser cubano porque eso equivalía a ser conservativo y católico, cuando yo me identificaba como un chico liberal y gay. Simpatecía más con la Revolución antes. Luego, vine a Brown y había muy pocos cubanos. Empecé a escuchar música cubana, aprendí a cocinar comida cubana, y me interesé por la historia cubana. Al estudiar la historia de Cuba, encontré mis propias razones para criticar a la Revolución.

Me empecé a enterar de cosas que nunca aprendí cuando crecí. La lección más importante fue aprender sobre cómo Castro trataba a la gente gay. My padres y abuelos nunca me contaron sobre esto. No era necesariamente un revolucionario, pero tampoco estaba de acuerdo con las posiciones políticas de mis padres. Nunca me identifiqué con ningún sector de la sociedad cubana hasta que leí sobre Reinaldo Arenas, alguien que inicialmente simpatizaba con la Revolución pero luego vivió una represión tremenda por su orientación sexual. Empecé a apreciar más Cuba cuando pasaba tiempo lejos de Miami. Pero todavía me siento a la defensiva de la comunidad exiliada aquí, y cuando estoy allá, me siento a la defensiva de la Revolución.

¿En qué espacio sientes que tu identidad cubana sobresale más?

DL: Siempre es una parte de cualquier espacio que ocupo. Mencioné que mi madre es blanca y mi padre es mitad chino, mitad afro-cubano, pero yo me veo completamente latino. El modo en que la gente me ve está basado en esa parte de mi identidad. Si la gente quiere mostar diversidad, me utilizan en la imagen. Si quieren la opinión de un latino, me preguntan, pero nunca me piden que hable como un chino-americano.

EGG: Mi identidad cubana es más importante cuando no estoy rodeada de otros cubanos o latinos. Pasé un año viviendo en Israel haciendo un programa para estudiantes judíos. Al ser la única persona de origen latino, era común que me preguntaran qué representa las opiniones de este grupo tan diverso. Mi identidad también ha servido como un enlace con otras personas cubanas o de ascendencia caribeña. Cuando hablo en español con mis pacientes, les gusta saber cómo aprendí español. Cuando les comparto sobre mi herencia cubana, suele haber un poco de emoción y alivio al saber que existe un entendimiento más profundo sobre su cultura e idioma.

Durante las seis semanas que pasé en Cuba el verano pasado, tuve esta extraña y maravillosa experiencia de sentir que toda me era familiar y no a la vez. Había un sentido de casa que podía identificar con todos los cubanos basado en nuestro entendimiento cultural común, pero también había momentos en que era muy obvio que era americana. Confundía a la gente con la que hablaba en las calles. Por ejemplo, cuando hablaba les costaba mucho trabajo adivinar de dónde era. Mi acento no suena al acento de las personas que hablan inglés pero es lo suficientemente distinto para que los cubanos noten la diferencia,  así que cuando estaba en Cuba, la gente empezaba a listar países de donde ellos creían que era originaria. También llamaba la atención porque soy una mujer joven con pelo corto, algo que sólo vi una vez durante el tiempo que estuve en Cuba. Mi vestimenta y mi falta de conocimiento sobre cómo navegar La Habana (al menos al inicio) también me delataban. El navegar la línea entre mis identidades cubana y americana me dio un mejor entendimiento sobre mi propia historia.

Anónimo: Creo que a veces cuando tomas clases sobre Cuba con gente que no es cubana es realmente difícil. Ahora estoy en una clase de literatura latina y estamos leyendo cuentos cortos y todos los estudiantes parecen tener una opinión sobre los exiliados cubanos. Como un producto del exilio cubano, a veces me siento defensivo o siento que sé algo personal sobre un tema del que se habla mucho pero sin una experiencia personal para respaldarlo. Me hace sentir orgullo, menos avergonzado. Cuando estaba en Miami, lo último que quería era ser cubanoamericano. Otro ejemplo son los libros de ciencias políticas que suelen decir “los hispánicos son liberales, excepto por los cubanoamericanos.” ¿Es eso todo lo que sabes de los cubanosamericanos, que son conservativos? Siendo un cubanoamericano liberal y conociendo a muchos otros, siento que necesito representar mejor a mi comunidad.

Cuando voy a casa, también es diferente. Tengo esta nueva identidad cubana basada en estar orgulloso en quién soy y en una relación cambiante con la comunidad de cubanos en el exilio. Mi nueva identidad cubana está conformada por mi cubanidad liberal, queer, racialmente diversa, y por mi deber a defender esta idea frente a la gente en casa que la niega.

¿Puedes pensar en algún momento en el que tu identidad cubana fue cuestionada?

DL: A mí siempre me la cuestionan ya que que sólo soy un cuarto afro-cubano, particularmente en la comunidad latina. Cuando no estoy rodeado de latinos, siento que puedo vindicar mi identidad con más fuerza.

Anónimo: En Brown, de hecho, una vez estaba hablando con dos cubanos nacidos en Cuba pero que ahora viven en Miami. Una amiga nos presentó y les dijo que era cubana. La persona respondió: ¨¿De qué parte de Cuba eres?,¨ y cuando les dije que era de Miami, respondieron “Oh, entonces no eres realmente cubana. Aunque eso no me molestó tanto, en casa todos somos cubanos. Siempre sentí que Miami era una extensión de Cuba, así que se sintió un poco raro que alguien me dijera que no era cubana. También necesito entender que la gente que vive ahora en Cuba tiene una experiencia completamente distinta a la mía y una perspectiva diferente del mundo. Tal vez no me debí haberme molestado pero mi identidad cubana nunca había sido cuestionada de esa manera.

EGG: Dado que tengo la piel clara y parezco blanca, la gente suele sorprenderse cuando hablo español o revelo mi identidad cubana. A esto le suelen seguir preguntas llenas de confusión y mal entendimiento. También me han discriminado por ser latina. Por ejemplo, cuando me aceptaron a Brown, algunas personas dijeron que mi solicitud había resaltado por haber dicho que mi origen étnico era hispano/latino. Otras personas me han dicho que no soy realmente cubana o latina porque me veo blanca, sin saber nada sobre mi identidad, el origen de mi familia, y mi historia. Es realmente difícil sentir como si tuviera que probar esta parte central de mi identidad, así que normalmente suelo ignorar estos comentarios.

Desafortunadamente, también observo mucho racismo en contra mis pacientes latinos en mi trabajo en el servicio médico. Cuando trabajo como traductora, intento contraatacar la discriminación que encuentro y defiendo a mis pacientes. Algunos médicos dicen algunas cosas que estoy segura que no les gustaría que sus pacientes entendieran y que nunca le dirían a un hablante de inglés.

¿En qué modos crees que la oportunidad de ir a Cuba cambiaría tu entendimiento de la identidad cubana?, o ¿cómo cambió tu entendimiento de la identidad cubana el haber viajado Cuba?

DL: Dado que no he ido a Cuba y dada la relación de mi familia con la isla, me siento algo idealista sobre el lugar. Si fuera a quedarme en la isla por un periodo extendido de tiempo, probablemente aprendería algo sobre su historia que me haría interrogar mi idealismo, particularmente en la manera en que algunas metas de la Revolución continúan sin cumplirse. Hablando con mi padre, quien ha regresado a Cuba y entrevistado a muchos jóvenes, parece que muchos de ellos sienten apatía hacia la Revolución y un deseo de buscar oportunidades en el extranjero. Estoy muy interesado en los modos en que diferentes generaciones de cubanos piensan sobre su pasado político y cómo éste ha influenciado sus vidas.

Anónimo: Realmente tengo muchas ganas de visitar Cuba y estoy seguro de que ir cambiará mi entendimiento de la isla profundamente. Creo que, en los últimos años, me he sumergido al estudio de la situación política actual en Cuba, en vez de escuchar sobre cómo era ésta desde las perspectivas de mis familiares.

Siento que tengo que ir. Mi madre se siente lista para ir y a mí me gustaría ir con mi familia. Mis abuelos se están haciendo a la idea también. Pero también creen que sería depresivo ver cómo es todo ahora y les parece mejor recordar Cuba como el lugar feliz donde fueron a la escuela secundaria y no lidiar con las implicaciones políticas de haberse ido.

EGG: Mientras que la cubanidad se encuentra al centro de la identidad de mi familia, Cuba en sí misma es este lugar místico que sólo existe en la infancia de mi madre. Cuando escuché la historia de los primos de mi madre y ví fotos, miré con detalle a estos individuos que se veían como mi propia familia y aún así, eran completamente desconocidos para mí. Parecen ocupar un universo paralelo al mío en el que mis abuelos deciden no irse, tal como mi tío abuelo y su esposa que decidieron quedarse. Si así hubieran sido las cosas, ciertamente yo no estaría aquí, pero a veces me pregunto cómo habrían sido las vidas de mi mamá, tía, y tío, de haberse quedado en Cuba.

Cuando regresamos a Cuba por primera vez en julio de 2015, recuerdo haber mirado por la ventana del avión mientras aterrizábamos y no poder creer que todo lo que tomaba llegar a un lugar que se sentía prohibido para la historia de de mi familia era un vuelo de 45 minutos desde Miami. Parecía que estábamos atravesando el tiempo en Cuba, porque todo lo que conocía de la isla era a través de las historia de mis abuelos, mi madre, mi tía y mi tío. Esa versión de Cuba tenía décadas de antigüedad.

Aunque me la pasé escuchando historias sobre mi familia toda infancia, estaba realmente nerviosa de conocer a mi familia. Me aterraba la idea de que fuera a ser incómodo conocer extraños, pero ahora me río de mi ingenuidad. Desde el momento de nuestra llegada, sabía que eran nuestra familia. Son mi familia no solo porque compartimos sangre, pero por el calor y apertura con la que nos dieron la bienvenida en sus casas. Los más sorprendente de todo fue ver los gestos, el sentido del humor, y dicha de mi abuelo en mis primos. Era como si estos momentos confirmaran nuestra historia compartida, a pesar de todo el tiempo y la distancia. Al caminar en las calles y ver el modo en que la gente caminaba y hablaba, sentía todo tipo de emociones y pensaba, “¿acaso estos no son familiares también?, ¿existe un país completo de gente como nosotros?” Cuando se trataba del modo de ser de mi familia, me preguntaba dónde se trataba de rasgos únicos de los González o si estos eran de los cubanos en general. Era difícil trazar la línea.

Después de esa experiencia, decidí regresar a Cuba en el verano para hacer un proyecto de investigación sobre medicina familiar en Cuba. Me quedé con la prima mayor de mi madre y pude experimentar con un poco más de profundidad como es la vida cotidiana en Cuba. La madre de un amigo de una familia cubana de la que soy cercana en Estados Unidos todavía vive y trabaja como doctora de familia en Cuba. Tuve la oportunidad de conocer Cuba desde su perspectiva.

Pensamientos finales

EGG: Una de las cosas más interesantes para mí es notar las diferencias en perspectivas que mi abuela, mi mamá, y yo tenemos. La actitud que tenemos hacia Cuba y nuestras ideas sobre volver a la isla son muy distintas entre nosotras tres. Mientras que mis abuelos lidiaron con la terrible tragedia de dejar su casa y su familia como adultos, mi madre era una niña cuando esto ocurrió y por tanto está mucho más abierta a la idea de reunirse con nuestras familias y sanar el dolor en las siguientes generaciones. Ya que yo crecí con su perspectiva de Cuba, sólo conocí el dolor desde la distancia. Aunque estoy completamente de acuerdo con las críticas que mis abuelos tienen sobre Cuba, sí me gustaría que en Estados Unidos tuviéramos mejor acceso a la salud pública y a la educación. Y aún así, si fuera a compartir esto con mi familia, sería inmediatamente acusada de simpatizar con el enemigo, aunque no sea como me siento de ninguna manera. Cabe decir que he visto lo inverso en mi familia en Cuba. Mis primos más grandes tuvieron acceso a los beneficios de la revolución, pero mis primos más jóvenes crecieron durante el Período Especial y sólo han visto devastación económica y falta de comida desde que eran pequeños. Esto los ha llenado de cinismo y resentimiento hacia su país, y les ha hecho pensar que tener acceso a la educación no sirve de nada si no hay seguridad económica para el progreso de sus familias o de ellos mismos.